Saludamos con fuerza la lucha de las comunidades mapuche que
diariamente resisten y combaten desarrollando tomas de tierra, enfrentando la
policía militarizada del Estado Burgués-terrateniente y sus sucios montajes
orquestados por sus organismos de inteligencia
con la colaboración de mercenarios- traidores como testigos sin rostro y
delatores compensados. Esta lucha contra la semifeudalidad terrateniente y el capitalismo burocrático en
el campo (mineras-forestales-hidroeléctricas),
es una avanzada en el movimiento campesino, pilar fundamental de la
revolución democrático-nacional en su tarea de conquistar el poder para el
pueblo.
Digan cómo se digan, la realidad es que todos los gobiernos de
turnos aplican la dictadura conjunta que ejercen terratenientes y grandes
burgueses con su viejo Estado chileno, lo demás es demagogia y falacia, Bachelet fue entrenada por los yanquis para ello. Junto con reprimir buscan
controlar el movimiento campesino utilizando oportunistas para desviarlo e incorporando a las ratas
revisionistas del FALSO partido comunista en su gobierno para incrementar
rasgos fascistas contra el pueblo. Sus anuncios como crear “ministerio de
asuntos indígenas", "consejo de pueblos indígenas",
"reconocimiento constitucional", “cárceles para mapuche” es parte de
ello. Buscarán potenciar la CONADI para
capitalizar terratenientes y dividir a las masas, oprimiendo al campesino pobre
y al pequeño propietario con sus "áreas de desarrollo indígena", "capital semilla", INDAP y “capacitaciones”
para generar mano de obra barata, planes para profundizar el capitalismo
burocrático en el control imperialista de la industria
alimentaria. Rastreros como Huenchumilla
y Navarro están cumpliendo ese papel en comunidades y cárceles para apaciguar
las aguas y embaucar con acuerdos y
mesas de trabajo que no representan ningún avance concreto para la lucha por la
tierra. No hay que dejarse manipular, menos confiar en su palabra ni un solo
segundo. Sus “mesas” jamás serán garantía de la revisión de las causas y de la
libertad de los presos por la tierra. Las mismas palabras de la rata del
ministro de justicia lo demuestra: “mesa
para adecuar ley anti-terrorista a estándares internacionales", "el
indulto es por enfermedad terminal, hay que revisar situación médica y después se verá". Lo real es que características
de la ley anti-terrorista como los testigos
protegidos y sin rostro son utilizados en todo el sistema judicial
porque los rasgos fascistas están en crecimiento. Eso de "adecuar la ley" no es más
que el perfeccionamiento y la profundización de estos rasgos, plan imperialista difundido por Ben
Emmerson (ONU) que lo muestran como "defensor de la justicia" pero que forma parte de organismos de
inteligencia principalmente yanqui al igual que el ejército de ONGs de
“derechos humanos” que infestan el campo para extraer información, burocratizar la lucha y llenarse de dinero, preceptos de guerra de baja
intensidad usado por Bachelet. Mientras difunden su demagogia, el campo sigue
estando militarizado, los allanamientos demuestran que no cesarán ni un
centímetro en la defensa de los terratenientes y sus manos manchadas de sangre
no dudaran en disparar contra nuestro pueblo.
Pero no es lo único. Bachelet y compañía buscarán potenciar a
aquellos que pregonan la lucha de razas como principal para reemplazar la lucha
de clases. Existen oportunistas que les corre la baba por ocupar algún puesto
en sus anuncios para ser el "interlocutor" ante el viejo Estado. Los
Huilcaman, los Domingo Marileo, los Wallmapuwen son una parte de ellos,
oportunistas y rastreros electoreros que venden el pueblo por un plato de
lentejas. Pero no solo ellos pululan en estos intereses, también los Llaitul y
cía con su indianismo y sectarismo conciliador con las clases enemigas son
apoyados por personeros de la concertación como los Arrate y los Navarro. Bajo
su discurso radicaloide de palabra esconden sus reales intenciones: levantar un
Estado mapuche dentro del Estado burgués terrateniente, no aniquilando el poder
de las clases explotadoras que oprime al pueblo en el campo y en la ciudad, si
no negociando con él para llenarse sus bolsillos. Con esto su careta de "revolucionarios”
se cae y lo reafirma el hecho de ser unos de los primeros en estrechar la mano
al terrateniente al solidarizar con los Lushinger-Mackay y con el viejo Estado
condenando y delatando abiertamente a comunidades para inculpar.
Nosotros somos partidarios de la destrucción
por partes de este viejo Estado y la construcción simultanea por partes, del
nuevo Estado democrático popular a partir de la organización de Bases de Apoyo,
regiones rurales en las que se destruye el poder local y se levanta un poder
popular. Bases de apoyo que servirán para extender la revolución a todo el
país, un proceso armado en que las masas
populares se unifican en torno a la nueva cultura de la revolución, de la
organización de la violencia revolucionaria y de la nueva sociedad libre de
explotación y opresión. Solo teniendo el poder conquistado en todo el país,
será posible resolver los problemas de la autodeterminación, porque esta no se
reclama ni se pide “reconocimiento” a un viejo Estado, más bien se conquista
con un nuevo Estado resultante de la acción armada de las masas populares, un
Estado de ellas mismas, un Estado democrático popular. El campesinado
debe unificarse en todo el país y formar un frente único de las masas populares
dirigidas por el proletariado para así confiscar toda la tierra a los
terratenientes junto con la propiedad de grandes burgueses y el capital
imperialista para el pueblo. Si todas las masas populares sufren una única y
misma explotación y opresión bajo un mismo y único viejo Estado, ¡no puede
liberarse solo una parte del pueblo, eso es imposible, o nos liberamos todos, o
no se libera nadie! El camino: la guerra popular del campo a la ciudad.
¡CONFISCAR
TODA LA TIERRA. APLASTAR A GRANDES BURGUESES Y TERRATENIENTES!
MOVIMIENTO
JUVENIL POPULAR