¡CONTRA LAS IDEAS DE
DERECHA Y LAS CONVERGENCIAS CON EL REVISIONISMO!
Crítica
al documento sobre la mujer publicado en la página del MJP el 08 de marzo del
2015
MUJER Y REVOLUCIÓN.
El problema de la
mujer.
La
variedad actual de interpretaciones sobre la mujer en última instancia se
aproximan a una de dos concepciones principales, la del proletariado o de la
burguesía, las dos grandes clases antagónicas de la historia contemporánea.
Para el proletariado el problema de la mujer es la doble opresión que pesa
sobre ella: la opresión de las clases dominantes y la opresión de sexo impuesta
por los hombres, siendo principal la opresión de clase, porque la lucha de
clases es la contradicción que impulsa el desarrollo de la sociedad y por tanto
sienta las bases para eliminar de raíz la opresión de sexo. Contrariamente, la
burguesía imperialista niega la existencia de clases, de lucha de clases y por
tanto niega la opresión de clase. En consecuencia reduce el problema de la
mujer a una relación consensuada entre sexos, oponiéndole a la opresión de
sexo, frasecitas hueras como la “desigualdad de género”, intentando así
arrastrar a las masas femeninas al terreno jurídico, al plano de los derechos
humanos, a una estéril lucha por la reducción de ésta desigualdad, tal como lo
expresó Bachelet en el año 2010, en la ONU-Mujeres:
“Tenemos que decirlo
siempre y en voz alta: los derechos humanos son universales. Y la igualdad de
género, que es una expresión de esos derechos, también es universal”.
¿Qué
es la mentada desigualdad de género? Los intelectuales de la burguesía desde
mediados del siglo XX han propagandizado esta frasecilla hasta
institucionalizarla incorporándola a los diccionarios, las constituciones,
leyes y hasta en los mandatos de la ONU. El término género fue utilizado
institucionalmente por primera vez en los congresos de psiquiatría de la década
del cincuenta, intentando explicar la homosexualidad y el lesbianismo. La
introducción del término género a la política, respondió en un comienzo al
intento de esconder la crisis de la hipócrita moral feudal y burguesa, crisis
que acompaña a la agonía en la que se hunde el sistema capitalista. Los
intelectuales alcahuetes de la burguesía, restringieron la variable sexo al
campo de la biología, a que defina solo la condición sexual de la persona, en
tanto el género entró a registrar la forma como esa persona ejerce su
sexualidad¡¡independientemente de su sexo!!Así las deleznables prácticas del
esclavismo griego representadas en la mitología por Ganimedes para el caso de
los hombres o Helena de Troya para el caso de las mujeres (Engels, Origen de la
familia), fueron institucionalizadas por la burguesía en el nuevo derecho
burgués de ejercer la sexualidad independientemente del sexo que se tenga,
convirtiéndose en la reivindicación central de las llamadas “minorías sexuales”
cuyos favores electorales han sido manipulados desde entonces hasta la actual
modificación en algunos países, de la legislación sobre el matrimonio en un
solo sexo. Posteriormente desde los años 70 y 80, el término género fue
utilizado (y así es desde entonces) para quitarle al capitalismo toda
responsabilidad sobre la condición inferior que mantiene marginada a la mujer
en la sociedad actual. Así al término género le agregaron nuevos significados
sin abandonar su significado original (confusionismo propio de la mediocre
intelectualidad burguesa). El género se definió como el conjunto de ideas que
tiene una sociedad sobre lo que debe ser un hombre y una mujer, el rol social
que deben cumplir y en consecuencia una ponderación, un valor dado por la
sociedad a los hombres y a las mujeres. Pero este valor dado ha sido y es
desigual, por tanto hay una desigualdad de género, de la cual nadie o todos,
¡la cruel sociedad! somos culpables, menos el capital. Esta es la clase de
ciencia social que practica la intelectualidad burguesa creadora de tal
charlatanería. Y así como ocurrió con las minorías sexuales, este nuevo enfoque
del término género se ha convertido en la reivindicación central del feminismo
burgués y pequeño burgués cuya meta es “la revalorización de la mujer”.
Fascistas (como el militar Velasco en el Perú de los años setenta),
allendistas, miristas, bolivarianos y trotskistas (de Chile actual), sin mayor
esfuerzo creativo plantean en común luchar por la “equidad de género” y la
revalorización de la mujer; el anarquismo aparentemente más radical, plantea
también igualdad de género y revalorización de la mujer, por medio de la
“disidencia sexual” y la “defensa de lesbianas, transexuales y homosexuales”
(heroico aporte de ‘Acción feminista libertaria’). En medio de esta fauna, lo
que le interesa al imperialismo es utilizar estas bravuconadas para
propagandizarlas en su favor y es así que la ONU Mujeres ha definido al género
como un sistema de jerarquías y desigualdades, un conjunto de relaciones de
poder entre el hombre y la mujer y no entre una clase social y otra; y que para
superar esta situación hay que considerar la desigualdad como una
discriminación negativa a la que hay que oponerle otra discriminación positiva
constituida por medidas como los programas y subsidios estatales orientados a
la mujer.
La
intelectualidad burguesa cree haber dado un gran paso adelante al afirmar que
la mujer es un ser social pues dice que ya no está definida por los atributos
sexuales de su biología (variable sexo), sino por el rol y valor que la
sociedad le otorga (constructo género); sin embargo un ser humano no es un ser
social por lo que los demás hablan de él, sino por las relaciones sociales que
él entabla con los demás en la economía, en la política y en la cultura de una
sociedad, relaciones sociales que tienen un desarrollo histórico y esas
relaciones sociales son, desde la aparición de la propiedad privada, las clases
y el Estado, relaciones de explotación y opresión.
Las causas del
problema de la mujer.
Las
clases explotadoras siempre han planteado su teoría de la naturaleza humana
independiente de las condiciones sociales, y como parte de ella, la teoría de
la naturaleza inferior de la mujer, el sexo débil, independiente también del
desarrollo histórico de la sociedad.
Para
el proletariado, para el Marxismo Leninismo Maoísmo, no existe la naturaleza
humana inmutable, el ser humano es un conjunto de relaciones sociales
históricamente conformadas y que cambian según el desarrollo histórico de la
sociedad. Estas relaciones sociales son las relaciones de propiedad, la forma
de propiedad que se ejerce sobre los medios de producción y en segundo lugar
las relaciones productivas que sobre esas relaciones de propiedad se levantan.
En este contexto para el Marxismo Leninismo Maoísmo, la doble opresión de la
mujer surge con la aparición de la propiedad privada, las clases y el Estado.
La
explotación y opresión de clase surgieron cuando la propiedad común fue
reemplazada por la propiedad privada de los medios de producción (relaciones de
propiedad), y en consecuencia la sociedad sin clases donde todos trabajaban fue
desplazada por la sociedad de clases donde las clases propietarias viven del
trabajo ajeno (relaciones productivas).
La
opresión de sexo sobre la mujer, surgió en idénticas condiciones sociales que
la opresión de clase. La naciente explotación y opresión de unas clases por
otras, requería destruir el fundamento organizativo del régimen comunista
primitivo: el derecho materno, reemplazándolo por el derecho paterno. Federico
Engels escribió en ‘El origen de la familia’:
“las
riquezas, a medida que iban en aumento, daban, por una parte, al hombre una
posición más importante que a la mujer en la familia y, por otra parte, hacían
que naciera en él la idea de valerse de esta ventaja para modificar en provecho
de sus hijos el orden de herencia establecido. Pero esto no podía hacerse
mientras permaneciera vigente la filiación según el derecho materno. Este tenía
que ser abolido, y lo fue”.
“Así
quedaron abolidos la filiación femenina y el derecho hereditario materno,
sustituyéndolos la filiación masculina y el derecho hereditario paterno”.
“El
derrocamiento del derecho materno fue la gran derrota histórica del sexo
femenino en todo el mundo. El hombre empuñó también las riendas en la casa; la
mujer se vio degradada, convertida en la servidora, en la esclava de la lujuria
del hombre, en un simple instrumento de reproducción. Esta baja condición de la
mujer, que se manifiesta sobre todo entre los griegos de los tiempos heroicos,
y más aún en los de los tiempos clásicos, ha sido gradualmente retocada,
disimulada y, en ciertos sitios, hasta revestida de formas más suaves, pero no,
ni mucho menos, abolida”.
Esta
doble opresión de la mujer ha evolucionado a lo largo de los estadios de
progreso de la historia con el esclavismo, el feudalismo y el capitalismo hasta
su fase superior actual, el capitalismo imperialista. Pero es este último
sistema, el capitalismo, el que ha incorporado a la mujer al trabajo y ha
declarado como parte de los derechos universales burgueses, la igualdad de la mujer
y el hombre, que no pasa de ser una igualdad jurídica formal sin aplicación en
la realidad. Pero al incorporar a las mujeres al proceso productivo, el
capitalismo las ha transformado en proletarias y trabajadoras y por tanto con
la capacidad para desarrollar lucha reivindicativa, participar directamente en
la lucha de clases e incluso en la revolución.
Para
el imperialismo y demás clases explotadoras, que niegan la lucha de clases y
defienden su sacrosanta propiedad privada de los medios de producción, la
causa, no es de la doble opresión de la mujer, ni siquiera de la opresión de
sexo pues no reconocen ninguna, la causa de su desigualdad de género que
plantean, radica en la división del trabajo por sexos, de esta manera plantean
reducir la desigualdad (¡reducir!), incorporando a la mujer a la actividad
productiva, solución muy conveniente para la explotación del trabajo femenino
por el capital. Al respecto la reaccionaria Bachelet dice:
“Como
es sabido, una de las principales causas de las desigualdades de género en el
mercado laboral es la persistencia de la división sexual del trabajo que impone
a las mujeres una mayor responsabilidad en la crianza de los hijos y la
atención de las labores domésticas. Esto influye por supuesto en la
distribución del tiempo de trabajo de hombres y mujeres en las áreas productiva
y reproductiva”.
Esta
división del trabajo por sexos, según los imperialistas, ha reducido a la mujer
al ámbito doméstico y a ocupaciones menos importantes que las del hombre de lo
que se deduce que lo que hay que hacer es impulsar el “empleo decente y
productivo” femenino creando condiciones favorables a través de dos políticas,
la política de “corresponsabilidad social” aplicada por los empresarios y la
política de discriminación positiva con empoderamiento aplicada por los viejos
Estados.
Para
el imperialismo, tal como lo repite su marioneta Bachelet, la
corresponsabilidad social significa lo siguiente:
“Las
empresas pueden aportar desde el desarrollo de códigos de buenas prácticas y
otras formas de compromiso voluntario; fomentar la participación de mujeres
empresarias en las instancias directivas”; “que los departamentos de recursos
humanos tengan roles más activos, se brinden los cuidados infantiles necesarios
para que las madres trabajen con tranquilidad, organizar los tiempos de trabajo
de manera de ser “amigables con la familia”, entregando a la vez mayor
“control” de los trabajadores sobre su horario laboral”.
En
resumen, partiendo del respeto a la propiedad, el incremento de trabajo femenino
requiere cierto compromiso voluntario de los empresarios en proporcionar lo
necesario para el cuidado infantil (guarderías) y un horario de trabajo
flexible que le permita a la mujer atender sus labores domésticas. Por su parte
mientras la discriminación positiva significa que los Estados deben aplicar
“medidas que permitan que las mujeres actúen en pie de igualdad” (guarderías
públicas por ejemplo); el empoderamiento implica colocar mujeres en
determinados puestos del Estado. Esta es la posición del imperialismo sobre el
problema de la mujer.
Estas
viejas tesis imperialistas que hemos revisado, están siendo aplicadas desde
hace mucho tiempo en Chile. Las medidas tomadas por los gobiernos de las
últimas dos décadas sobre la mujer chilena, demuestran su preocupación por
contar con la mano de obra femenina que es más barata y según ellos menos
conflictiva. Para mantener los salarios bajos de los hombres, las clases
dominantes a través de su viejo Estado, incentivan el trabajo femenino por
medio de los programas sociales para jefas de hogar y para micro empresas
familiares. Las reglamentaciones laborales presentadas por los periodistas como
grandes logros en la igualdad de género y en la revalorización de la mujer, son
letra muerta para las mujeres del pueblo que trabajan en los fundos y
agroindustrias de los terratenientes, en las fábricas, bancos y grandes tiendas
del capitalismo burocrático y en las escandalosas residencias de las clases
altas. La red nacional de guarderías no cubre ni la décima parte de la demanda,
las que existen, atraviesan una crisis crónica por su exiguo presupuesto, por
la corrupción de sus altos funcionarios y por el mal trato laboral dado a sus
profesionales, quienes han levantado movimientos huelguísticos desde hace
varios años. Las frases inventadas como ‘femicidio’ no han detenido la
estadística de agresiones, las oficinas de defensa de la mujer son salas
infestas que albergan la hipocresía de la burocracia y el papeleo de la
legalidad burguesa, los tribunales familiares y salas de conciliación son una
muralla donde las demandas de las mujeres rebotan hacia su ámbito original: la
casa, demostrando así que la burguesía no solo es incapaz, sino que no quiere
resolver tales cuestiones. Esta aborrecible condición, no la sufren todas las
mujeres chilenas por igual. En las clases dominantes, donde las mujeres
mantienen una posición social privilegiada como profesionales y propietarias de
capital, ellas son consideradas embelesadamente como “mamíferos de lujo”. En el
pueblo explotado, las mujeres obreras, trabajadoras, campesinas y de la pequeña
burguesía (pequeñas comerciantes, profesionales, estudiantes), soportan junto a
los hombres del pueblo, la misma explotación y opresión de las clases
dominantes, de manera directa cuando trabajan para un patrón o de manera
indirecta cuando están dedicadas a la actividad doméstica del hogar. En las
masas más pobres la opresión de sexo se relaja debido a la ausencia de
propiedad y a la presencia de gran miseria, siendo las mujeres más proclives a
marchar junto a los hombres, en la lucha por sus demandas. Para controlar este
ímpetu de las mujeres del pueblo, el reaccionario y pro-imperialista gobierno
de Bachelet, les ha entregado a sus aliados menores, los renegados del marxismo
del falso pc de Teiller, el nuevo ministerio de la mujer. Esta alianza no es
novedad. Por mencionar solo las dos décadas pasadas, los gobiernos
reaccionarios han utilizado velada o abiertamente los favores del viejo
revisionismo organizado en el falso partido comunista. Estas alianzas han
evolucionado desde los acuerdos reservados de Gladys Marín, secretaria del
falso pc, con El Sr. Insulza o con Belisario Velasco (ministerio del interior),
pasando por el apoyo electoral a Lagos y Bachelet, hasta su actual
participación en el segundo gobierno de Bachelet. La renegada del marxismo
ahora ministra Claudia Pascal ha dicho recientemente:
“Por
fin las mujeres en Chile cuentan con una institución al más alto nivel del
Estado. El Ministerio de la Mujer y la Equidad de Género hace realidad un sueño
de miles de mujeres y de sus organizaciones que han luchado por sus derechos”.
“En
este día histórico, muchas mujeres están presentes, mujeres de distintos
pensamientos, edades e historias, todas comprometidas con un deseo: que las
mujeres en nuestro país tengan más derechos, más autonomía y puedan vivir en
libertad en un país que respeta sus derechos”.
Estas
son las sandeces con las que el viejo revisionismo allendista ha reemplazado
las tesis del marxismo, afirmar que el viejo Estado chileno respeta los
derechos del pueblo demuestra una vez más que estas ratas han adjurado del
marxismo y de la revolución y se han pasado por completo a las filas de la
contrarrevolución.
La lucha por resolver
el problema de la mujer.
“Las
mujeres como los hombres son reaccionarias, centristas o revolucionarias, no
pueden, por consiguiente, combatir juntas la misma batalla. En el actual
panorama humano la clase diferencia a los individuos más que el sexo”.
José Carlos Mariátegui
Igual
que en los hombres, las batallas que combatirán juntas las mujeres del pueblo,
tienen también dos grandes objetivos, el primero e inmediato es la conquista
del poder en cada país para eliminar la explotación del trabajo ajeno, sentando
así la única base material para la real igualdad jurídica entre sexos, sin
embargo aún quedará el trabajo doméstico y el cuidado infantil hecho por
familias individuales; el segundo objetivo es la conquista del socialismo, su
heroica construcción en todo el mundo, aboliendo la propiedad, las clases y el
Estado. Solo el socialismo es capaz de eliminar el trabajo doméstico individual
por medio de la industrialización de las labores domésticas y la creación de
una cultura socialista, condiciones necesarias para la real igualdad entre sexos
ante la vida y así completar de
manera definitiva la emancipación de la mujer. Mariátegui, gran marxista
leninista latinoamericano, dice:
“A
medida que el sistema socialista reemplace al sistema individualista decaerán
el lujo y la elegancia femeninos... La humanidad perderá algunos mamíferos de
lujo; pero ganara muchas mujeres. Los trajes de la mujer del futuro serán menos
caros y suntuosos; pero la condición de esa mujer será digna. Y el eje de la
vida femenina se desplazara de lo individual a lo social... Una mujer, en suma,
costara menos, pero valdrá más”.
La
emancipación de la mujer no es un sueño para el futuro. Los revisionistas
sueñan, los anarcos sueñan. Los maoístas no tenemos sueños, tenemos metas y
planes, organización y acciones. Decimos abiertamente que con el comunismo se
completará la emancipación de la mujer eso es una meta; lo que quiere decir que
la emancipación de la mujer es un proceso que ha comenzado ya desde el momento
en que se fundan o reconstituyen los partidos comunistas para conducir las
guerras populares hacia la conquista inmediata del poder, esos son planes y
objetivos, organización y acciones. Las mujeres del pueblo participan en ese
proceso. Es un proceso largo, de acuerdo; es una lucha prolongada, lo sabemos,
pero es lucha de hoy, no para mañana; el que sea prolongada no hace permisible
un gran relajo; no se puede dejar sin hacer las cosas, no se puede postergar
las cosas, las tareas de la revolución no pueden ocupar el segundo lugar, la
revolución no es una jornada laboral, con hora de ingreso y salida, no es un
paseo, unas horas libres para después regresar a casa, a la cama, como si
fueran un refugio libre de la lucha de clases, como si eso fuera posible. La
revolución no espera caridades, limosnas, huiltrafas, quien las da que se las
trague; la revolución es una obra grandiosa, en la que solo grandes sacrificios
conllevan a grandes victorias, la revolución requiere revolucionarios
profesionales, formados teórica y prácticamente, eso es lo que somos,
entregados 24 horas a la revolución, a la destrucción del viejo orden y la
construcción del nuevo. Esto es la emancipación de la mujer, una parte del
proceso revolucionario que ha comenzado ya, y no va a volver atrás. Toma tu
lugar compañera.
¡CONTRA LAS IDEAS DE
DERECHA Y LAS CONVERGENCIAS CON EL REVISIONISMO!
Crítica
al documento sobre la mujer publicado en la página del MJP el 08 de marzo del
2015
“Dentro
del Partido se producen constantemente oposición y lucha entre diferentes
ideas. Esto es un reflejo, en el Partido, de las contradicciones entre las
clases y entre lo nuevo y lo viejo en la sociedad. Si en el Partido no hubiera
contradicciones ni luchas ideológicas para resolverlas, la vida del Partido
tocaría a su fin”.
Presidente Mao
TseTung. Sobre la contradicción.
Con
fecha 08 de marzo del presente año se publicó un documento sobre el día de la
mujer, con problemas de composición y redacción en la forma y algunas ideas
derechistas en el contenido. La causa común nos ha convocado, voluntariamente
nos hemos agrupado, participamos organizadamente en la lucha de clases de las
masas y sobre esta base, es la lucha de dos líneas la que nos une y nos unimos
para volver a luchar. Entonces, no es la causa común la que nos une, si
pensáramos así seríamos burguesía, buscando solo la armonía, la parsimonia, la
homogeneidad, evitando la diferencia, la contradicción, la lucha, cuando es la
lucha la que genera la verdadera unidad. La ideología, la línea política y el
programa son base de unidad, pero no la unidad misma. No luchamos entre sí para
despedazarnos, despreciando la base de unidad, luchamos para estar firmemente
unidos desarrollando la base de unidad.
En
el documento se dice
“La reacción, formada
por las clases explotadoras (Grandes Burgueses y Terratenientes) difunden que
la mujer es inferior al hombre desde que nace”
Comentario.
La reacción no solo está formada por las clases explotadoras. Desde el punto de
vista de clase, la contradicción es entre clases explotadoras (grandes
burgueses y terratenientes) y clases explotadas. En el plano político la
contradicción es entre reacción y revolución, siendo la reacción todo lo que se
contrapone a la revolución, y no solo las clases explotadoras. Esta frase deja
afuera de nuestro desenmascaramiento al resto de la reacción nacional comenzando
por el viejo estado, la prensa, los intelectuales reaccionarios, los curas, el
revisionismo, el propio imperialismo, etc.
El
documento dice:
“Cuando surge el
capitalismo, la mujer se incorpora con más fuerza al proceso productivo
arrancándola de las cuatro paredes del hogar, adquiere su independencia
económica y se rebela contra la explotación que sufre tanto de las clases
explotadoras como del marido o del padre. La gran mayoría, las mujeres del
pueblo se incorporan a las filas del proletariado y a las clases oprimidas,
mientras una minoría se incorpora a las clases propietarias de los medios de
producción, la gran burguesía y los terratenientes”.
Comentario.
No
es la mujer la que se incorpora al proceso productivo como dice la frase
citada, es el capitalismo el que históricamente la incorpora; no estamos
hablando de la mujer actual que una buena mañana decide buscar trabajo,
incorporarse al mundo laboral, hablamos de las condiciones históricas que el
capitalismo estableció para que esa mujer pueda tomar esa decisión de buscar
trabajo y conseguirlo. Pero al incorporarse al trabajo, la mujer no adquiere
independencia económica como se afirma en la frase. La burguesía y el
revisionismo son los que difunden esta patraña de la independencia económica de
la mujer moderna que trabaja, para esconder su condición de mayor
sobreexplotación, respecto de la que tenía cuando no trabajaba. A continuación
en la cita se dice con desparpajo, que las mujeres al trabajar se incorporan a
una clase social. Con lo que se está afirmando que antes de trabajar las
mujeres no pertenecían a una clase social, y por lo tanto, ha quedado
demostrado lo que la burguesía siempre dijo, que la lucha de clases no es
universal. La mujer del pueblo, que no
trabaja participa indirectamente del proceso productivo porque se encarga de la
mantención de la mano de obra en el hogar proletario y de la reproducción de la
especie trabajadora, y por eso el salario de su marido, tiene la característica
de salario familiar. En resumen, el capitalismo incorpora a la mujer al
trabajo, creando condiciones favorables para que la mujer decida incorporarse a
la lucha por demandas del resto de la masa trabajadora, participando
directamente en la lucha de clases.
En
este párrafo analizado, lo afirmado no obedece a una lectura mal hecha, a una
mala redacción o a una simple ignorancia, el párrafo demuestra que subyace en
el fondo una posición; se está planteando que la opresión de sexo es
característica de la feudalidad o semifeudalidad, viejos prejuicios de una
economía atrasada, que mantiene encerrada en el hogar a la mujer y que con el
capitalismo están siendo superados, la mujer al incorporarse al trabajo
adquiere independencia económica y se rebela contra el marido y el padre,
pasando así a la otra opresión la de clase que antes no la sufría porque no
trabajaba, no pertenecía a alguna clase social, la lucha de clases no regía
sobre ella. Esta visión de las cosas converge con el revisionismo. A comienzos
del 2000, en el CARP-Chile algunas personas decían que solo había que hablar de
opresión de clase, que es la burguesía la que habla del género y esto es lo que
aquí se está presentando, se está diciendo que la opresión de sexo era de épocas
de viejos terratenientes, de la oligarquía y ahora que Chile es moderno y
capitalista, lo que hay es opresión de clase. Esto lo difunden revisionistas,
mirachos, y demás cloacas.
El
documento continua diciendo:
“A mayor opresión mayor
es la rebelión”
Comentario.
Esta
afirmación es inexacta. Lo correcto es decir a mayor explotación y opresión,
mayor es el ansia de rebelión, porque la rebelión misma no depende de estar
explotado u oprimido, además de ésta condición externa las personas tienen que
decidir rebelarse. No basta la opresión, además está la decisión, la voluntad
de luchar, por eso es fundamental la línea de clase en las organizaciones
sindicales, la ideología y la política en las organizaciones revolucionarias. La
frase citada desprecia el trabajo de masas, y exalta la lucha económica
espontánea de las masas trabajadoras.
Luego
dice el documento:
“La mujer como parte
de las masas oprimidas se hace partícipe
de la lucha del pueblo, adquiere en ella un papel fundamental y activo, y con
ello descubre el camino a su emancipación: la destrucción del derecho que da
origen a su opresión, la propiedad privada”.
Comentario.
Este
párrafo puede generar confusión. Afirma que la propiedad privada es un derecho,
que este derecho dio origen a la opresión de la mujer y que su emancipación es
la destrucción de ese derecho. Marx dice que las relaciones de propiedad históricamente
determinadas, poseen doble aspecto, son relaciones de producción en el plano
económico y son relaciones jurídicas en la superestructura. ¿Cómo se destruye
esta propiedad privada que da origen a la doble opresión de la mujer? La
revolución desde el poder político conquistado con las armas, realiza la
transformación radical, más o menos rápidamente, de las relaciones de
producción en la base económica, y luego la transformación progresiva, en un
proceso prolongado, de las relaciones jurídicas en la superestructura. ¿Dónde
poner el acento hoy? En la conquista inmediata del poder político y en la
transformación más o menos rápida de las relaciones de producción, porque esto
es la destrucción de la base material de la propiedad privada, si no hacemos
esto ahora, de nada nos valdrá alardear sobre la destrucción del derecho de
propiedad en el futuro. Poner el acento significa principalmente, y no
únicamente.
Dice:
“Cuando Marx en el
manifiesto señala que el capitalismo creó al proletariado y cavó su propia
tumba, también el capitalismo sentó las bases para la emancipación de la mujer
pues es el proletariado la única clase capaz de dirigir y garantizar la
abolición de la propiedad privada…”
Comentario.
Se
quiere ligar lo dicho por Marx con el tema de la mujer, forzando la frase. La
emancipación de la mujer es obra de ellas mismas, el proletariado dirige a
través de su partido, pero la emancipación de las masas trabajadoras y con
ellas de la mujer, es un acto revolucionario que solo las propias masas lo
pueden hacer. No hay salvadores, ni las mujeres son menores de edad.
Dice:
“El pueblo debe
conquistar el poder bajo dirección del proletariado mediante la revolución,
lucha armada con que se derroca y
destruye el poder de los enemigos de clase. Esta revolución en países
semicoloniales y semifeudales como los nuestros deben pasar por una etapa
democrático-nacional que destruirá las tres grandes cadenas que oprimen a todo el pueblo: El imperialismo, la gran burguesía y los
terratenientes”.
Comentario.
La
revolución no es solo lucha armada como se afirma, es mucho más que eso, es
guerra popular, la más alta teoría militar lograda. Hay que decir las cosas con
su nombre y con todas sus letras. Además toda revolución no solo es
destrucción, es además y lo principal, construcción del nuevo poder, que se
concreta como dictadura del proletariado o dictadura conjunta del pueblo bajo
dirección proletaria. Que se esconde aquí, destruir sin construcción
¿convergencia con los anarcos? ¿Terrorismo individual?
Al
final del párrafo se identifica las tres cadenas que oprimen al pueblo, el
imperialismo, la gran burguesía y los terratenientes. Pero ellos no son las
cadenas, ellos son los que encadenan al pueblo. Confusión de sujeto y objeto.
Las cadenas son la semicolonialidad, el capitalismo burocrático y la
semifeudalidad. ¿No se quiere hablar en esos términos? Es fácil hablar de gran
burguesía o de terratenientes, no es fácil decidirse hablar de capitalismo
burocrático o (pregúntenle a la ex URC) de semifeudalidad ¿Será que nos
sentimos modernos, capitalistas?
El
documento dice:
“El imperialismo
principalmente norteamericano dirige el plan de la reacción en nuestro país
mediante su miserable títere Bachelet,
este plan tiene tres tareas principales: Restructuración del Viejo Estado,
Profundización del Capitalismo Burocrático y Prevenir el ascenso de la lucha de
las masas por sus demandas”.
Comentario.
La
profundización del capitalismo burocrático debe ir como primera tarea porque es
el plano económico. La tercera tarea es extemporánea. Lo que quieren prevenir
es el inicio y desarrollo de la guerra popular. Aquí se plantea prevenir el ascenso
de luchas por demandas, es que ¿No se quiere abandonar el terreno de la lucha
económica?, ¿No se quiere preparar el inicio?, ¿No se quiere hacer acciones
propias? Se está convergiendo con planteamientos de la ex URC.
Dice
el documento:
“Sabemos que donde
existe propiedad privada, ni la mujer ni el pueblo lograrán su emancipación,
por eso en el camino hacia la sociedad sin clases, hacia la eterna armonía en
donde no existirá opresión alguna, la mujer obrera, campesina, trabajadora y
del resto de las masas populares debe al igual que el pueblo luchar por sus
propias y verdaderas reivindicaciones”.
Comentario.
El
camino al comunismo, no consiste solo de lucha reivindicativa (económica),
además y a continuación, hay que conquistar el poder y construir el socialismo
en medio de revoluciones culturales sucesivas. Lo segundo en este párrafo es la
definición revisionista del comunismo. La sociedad sin clases, el comunismo no
es la eterna armonía como se dice. No existe armonía eterna, nada es eterno,
solo la materia en movimiento. Los maoístas decimos gran armonía, paz
perdurable y afirmamos que la lucha seguirá siendo el sustento del mundo hasta
que desaparezca en el polvo del cosmos. Hablar de que nuestra meta es la eterna
armonía es en la situación actual desear grandes relajos después de cada tarea
y hasta capitular diciendo que se ha cumplido su parte y le toca a la siguiente
generación. El que en algún documento del MPP de los años noventa, se hablara
de la eterna armonía, solo puede darnos la alegría de saber que en esa
organización hermana también existe lucha de dos líneas.
MOVIMIENTO JUVENIL POPULAR